miércoles, 10 de febrero de 2010
RAMTHA DIOS ES
DIOS ES
«El Padre nunca te ha juzgado, ni en éste ni en ningún otro momento que hayas vivido. Él ha sido tú y la plataforma de vida sobre la cual has expresado tu propio Yo, divino y con un propósito. Él te ha dado la singularidad de tu propio ego y la voluntad libre para convertirte en cualquier cosa que desees, para percibir la fuerza que él es, de cualquier manera que escojas percibirla."Ramtha"
Mis amados hermanos, a muchos de vosotros se os ha enseñado durante eras que la esencia llamada Dios es un personaje sombrío, atemorizante, enfadado y sentencioso. Pero Dios no es ninguna de estas cosas. El Dios que sermonea, que juzga, que persigue, nunca ha existido excepto en los corazones y las mentes de los hombres. Fue el hombre el que creó a un Dios que juzga a unos y exalta a otros. Ese es un Dios del hombre; fue creado por el hombre y su voluntad.
El Dios que yo conozco y que amo, que es el poder que emana de mí y el reino que yo soy, es un Dios de amor completo y sin enjuiciamientos. No es nada más, sino todo lo demás. Dios te ama con un amor mucho mayor del que alguna vez hayas comprendido; pues él es la vida que tú eres, la tierra que pisas y el aire que respiras. Es el color de tu piel, la magnificencia de tus ojos, la suavidad de tu tacto. Eres tú en cada momento que eres, en cada Pensamiento que piensas, en cada una de tus acciones, incluso en las sombras de tu alma.
Dios es una fuerza que lo consume todo, que es todo. Es el viento sobre el agua, el cambio de las hojas, la simplicidad de una rosa, profunda en su color y matiz. Dios es los amantes en su abrazo, los niños en su risa y el brillo del cabello color miel. Es el sol que sale en la mañana, la estrella parpadeando en la noche y la luna creciendo y menguando en el cielo de medianoche. Dios es el hermoso insecto, el humilde pájaro en su vuelo, el feo y vil gusano. Dios es movimiento y color, sonido y luz. Dios es pasión, es amor, es alegría. Dios es tristeza. Aquello que existe, todo lo que es, es lo que tú llamas Dios, el Padre, la totalidad de la vida y el amante de todo lo que existe. Dios no es un personaje singular que se sienta sobre un trono y juzga a la totalidad de la vida. Dios es la totalidad de la vida, cada momento palpitante. Es la continuidad y eternidad de todo lo que existe.
¿Crees acaso que la vida te ha juzgado? En absoluto. Porque si Dios —-que es lo que tú eres—te juzgara estaría ciertamente juzgándose a sí mismo. ¿Y por qué la inteligencia suprema haría una cosa así?
La fuerza vital que llamas el Padre, ni siquiera tiene la capacidad de juzgarte, ni a ti ni a ninguna otra cosa. Porque la vida no posee una personalidad con un ego que se pueda dividir a sí mismo en facetas de bueno o malo, correcto o incorrecto, perfecto o imperfecto. Si Dios poseyera un ego, también tendría la capacidad de percibir la alteración dentro de sí mismo. Y si Dios pudiera contemplar la alteración dentro de su ser siquiera por un momento, la vida que él es cesaría en el próximo instante y nunca sería otra vez.
Dios en sí mismo, carece totalmente de bondad o maldad, de positivo o negativo. Dios no es perfecto, porque la perfección es una limitación a la vida continua, siempre cambiante y exuberante. Dios simplemente es. Lo único que tu amado Padre sabe hacer es ser, para que todas las cosas —q son él— puedan expresar la vida que él es.
Dios es la esencia ilimitada y suprema del ser, una totalidad indivisa d Ser. Y ese Ser[1] te ama tan inmensamente que te ha permitido crear tus ilusiones de perfección e imperfección, de bondad y maldad, de positivo y negativo. Y a través de tu percepción se ha convertido en lo que tú has percibido. Y así Dios, siendo la totalidad de todo lo que es, es lo incorrecto al mismo tiempo que lo correcto, es la fealdad al mismo tiempo que la belleza, y la vileza al mismo tiempo que la divinidad.
El Padre nunca te ha juzgado, ni en éste ni en ningún otro momento que hayas vivido. Él ha sido tú y la plataforma de vida sobre la cual has expresado tu propio Yo, divino y con un propósito. Él te ha dado la singularidad de tu propio ego y la voluntad libre[2] para convertirte en cualquier cosa que desees, para percibir la fuerza que él es, de cualquier manera que escojas percibirla. Y nada que hayas hecho o que hayas pensado, no importa lo vil, lo malvado o lo maravilloso que haya sido, ha sido visto por Dios como algo diferente a ser.
Este Dios que conozco te ama con un amor más grande y más profundo que el que nunca hayas concebido, porque te ha permitido crear tu vida de cualquier manera que hayas deseado. El Padre siempre te ha amado. Él no conoce otra manera de percibirte, porque él es lo que tú eres.
El Padre no ve el error, sólo se ve a sí mismo. El Padre no ve el fracaso, sólo su Ser siempre continuo y eterno. Tú eres quien crea el florecimiento de la vida, incluso su vileza, y el Padre se convertirá en el florecimiento y en la vileza, y nunca juzgará entre ambos cuál es más grande y cuál menos; él simplemente es. Él es el Ser que te permite expresarte a través de él mismo de cualquier manera que elijas. Y es bueno que sea así, porque si él realmente fuera este Dios que ha creado el hombre, ninguno de vosotros vería jamás lo que llamáis «las puertas del cielo». Ninguno. Porque nadie podría alcanzar las expectativas de este Dios creado por el hombre.
Sólo tú, a través de tus propias actitudes, y al aceptar las actitudes de otros, te has juzgado a ti mismo. Sólo tú te has causado el sentimiento del fracaso. Con la capacidad de crear a través de tu Padre cualquier verdad y realidad que desees, tú eres el único juez de tu propia vida. Sólo tú has determinado lo que es bueno y lo que es malo, lo que es correcto e incorrecto. Pero en la esencia del Ser llamada vida, no existe ninguna de estas cosas. Cada cosa simplemente es una parte del Ser llamado Dios Todopoderoso. Tu juicio es sólo una ilusión que has creado sobre este plano de realidades creativas.
En tu pensamiento limitado has pensado que algunas cosas son incorrectas, que son malvadas. Pero esa ha sido tu selección de la verdad, y el Padre te ha permitido hacerlo. Su verdad se llama Ser. Dios te ama sin importar lo que hagas, ya que cada cosa que haces o piensas realza la vida que él es a través de la sabiduría que tú obtienes de ella. Dios sabe que eres eterno y que nada de lo que hagas puede arrebatarte tu fuerza vital.
Así que cuando dejes este plano y reflexiones sobre todas las cosas que has hecho en tu vida —y lo harás— Dios todavía estará ahí, amándote en todos tus mañanas, porque él es la plataforma sobre la cual creas tus ilusiones, tu imaginación y tus sueños. Ahora, ¿qué es Dios en su forma más exaltada? Pensamiento. El Padre, la plataforma desde la cual creas tu vida, la sustancia y fuerza vital de todas las cosas es, en un entendimiento superior, pensamiento. Porque el pensamiento es el máximo creador de todas las cosas que hay, habidas y por haber. El pensamiento es la sustancia desde la cual se crean todas las cosas. Todo cuanto existe, ha partido primero del pensamiento, que es la suprema inteligencia llamada la mente de Dios.
¿Te has preguntado alguna vez qué es lo que mantiene a todas las cosas unidas en sus formas y modelos únicos? Es el pensamiento, que es el pegamento cósmico llamado amor. Eso es lo que mantiene unida a toda la materia. Eso es amor en la mayor escala de todas, porque eso es lo que el Padre es. Cada cosa, incluso tu cuerpo, se mantiene unida por el pensamiento, porque cada cosa ha sido ideada a través del pensamiento, el cual es Dios; y es el amor del Padre hacia sí mismo lo que mantiene cada cosa en su sitio.
Estás sustentado por Dios. Lo que permite que todas las estructuras moleculares y celulares de tu cuerpo permanezcan unidas es el amor del gran y magnífico pensamiento que Dios realmente es. Sin el pensamiento, tu cuerpo no existiría, la materia no existiría, nada existiría, porque el pensamiento es el creador y el elemento que sostiene toda la vida.
¿Crees que Dios, el pensamiento que ata y mantiene todas las cosas unidas es una entidad sombría y atemorizante? No lo es. El Padre es felicidad completa, porque él no conoce otra manera de ser. Él es todas las formas de vida vibrando en armonía unas con otras, y eso emite un tono que suena como una gran carcajada. Si escuchas cuidadosamente puedes incluso oír la música del Padre, la risa de Dios. Es la mayor alegría. Yo nunca lo he oído llorar. Entonces, ¿qué es Dios, la causa de tu precioso ser, la maravillosa fuerza vital que fluye y refluye entre todos vosotros, que nos conecta y nos mantiene a todos unidos, la promesa de una vida posterior y de eternidades que vendrán? Es el Ser que es pensamiento. Es el Ser de la vida siempre continua. Es el Ser que ama todo lo que es. Es el Ser que permite que la vida exista a través del amor. Es el Ser que es total y completa felicidad. Esa es tu herencia y tu destino.
* * *
ESTUDIANTE:; TÚ has enseñado que Dios es simplemente un estado de Ser. Y usas muchos términos además de la palabra «Dios» para referirte a esta inteligencia y fuerza vital. Pero ¿por qué usas a menudo las palabras «él» y «Padre»? Eso parece perpetuar la noción de que Dios no sólo es una entidad fuera de nosotros, sino además un personaje masculino, y eso puede parecer un poco ofensivo para algunas mujeres.
Ramtha: Para educar a la totalidad de la humanidad uno debe utilizar los diferentes términos que se han usado para describir a Dios. Es decir, uno debe referirse al Ser de manera que todos podamos relacionarnos con ello. Aunque al Ser se lo haya llamado el «Padre», y por lo tanto se lo haya considerado del género masculino, el Padre no es un hombre. Sin embargo, el hombre en su género es el Padre. Pero también lo es la mujer, porque el Padre es ambos, masculino y femenino.
El término «Dios» no tiene sexo. Significa «inteligencia suprema». Todos los que no entienden lo que significa el término «Ser» necesitan conocer la palabra «Padre». Todos los que no entienden «inteligencia suprema» necesitan conocer la palabra «Dios».
Maestro,[3] si uno insiste en que Dios es un Padre, esa será su verdad. Si hay mujeres que se sienten ofendidas porque alguien se refiere a Dios en términos masculinos, esa va a ser su verdad. Pero Dios siempre será la percepción de lo que Dios es, y eso siempre será único para cada entidad.
Dios no es una palabra, es un sentimiento que vive dentro de cada uno de nosotros. Y cuanto más ilimitada sea tu percepción de Dios, más grande y más feliz será ese sentimiento, a medida que abarque más esa emoción llamada Dios Todopoderoso.
* * *
Ramtha (hablando a una mujer anciana en silla de ruedas): Querida mujer montas en ruedas de plata, ¿qué dices tú?
Estudiante: Yo amo a Dios, pero tengo miedo a morir.
Ramtha: ¿Por qué?
Estudiante: No lo sé. No puedo llegar al fondo de la cuestión. Lo he pensado y pensado una y otra vez.
Ramtha: ¿Crees en el infierno?
Estudiante: Sí, por supuesto.
Ramtha: Por eso no quieres morir, porque sientes que es ahí adonde vas a ir.
Estudiante: Oh, bueno... yo no creo que vaya a ir. No creo que Dios me deje ir, porque yo le he pedido perdón por todo el mal que he hecho.
Ramtha: ¡Mi querida, mi querida mujer! ¿Crees que el Padre siente menos amor por ti que el que tú sientes por tus propios hijos?
Estudiante: No. Bueno, algunas veces yo no siento que él me ame. A lo mejor siento que quizás no esté perdonada, pero aún así, yo sé que lo estoy.
Ramtha: ¿Qué has hecho tú que sea tan malo?
Estudiante: Bueno... varias cosas.
Ramtha: Y esas cosas, ¿te han apartado de la vida?
Estudiante: No, yo he intentado vivir y quiero vivir, quiero vivir correctamente.
Ramtha: ¿Y eso qué quiere decir?
Estudiante: Eso quiere decir que el diablo no me va a atrapar.
Ramtha: ¿De verdad?
Estudiante: Bueno, dime tú qué es, por favor.
Ramtha: ¿Tú me creerías si yo te lo dijera?
Estudiante: Sí.
Ramtha: ¿Y si yo te dijera que no hay infierno?
Estudiante: Pero, sin embargo, a mí me han enseñado que sí hay un infierno.
Ramtha: Pero yo te estoy enseñando que no lo hay. ¿Me creerás tan firmemente como has creído que sí hay un infierno?
Estudiante: Bueno, yo te creo.
Ramtha: Entonces, acéptalo, porque no lo hay. ¿Sabes lo que es el infierno? Es un término que se usaba en el reino de Judea para describir una tumba abierta y poco profunda donde se ponía a las entidades que no podían pagar los dracmas o siclos que necesitaban para ser enterradas. Y era una maldición estar en una tumba abierta, porque por la noche las hienas y los perros salvajes desenterraban los cuerpos y los devoraban. Y si el cuerpo era devorado, las entidades creían que nunca podrían seguir hacia su utopía. Eso es todo lo que el término significaba, hasta que en traducciones posteriores, los predicadores, los curas y la religión determinaron que era un lugar de tormento.
Estudiante: Bueno, pero yo leo mi Biblia regularmente, y pone mucho énfasis en el infierno.
Ramtha: ¿Quién escribió la Biblia?
Estudiante: Personas diferentes.
Ramtha: ¿Y quiénes eran? ¿Eran hombres?
Estudiante: No lo sé.
Ramtha: Sí lo eran.
Yo fui a las profundidades de tu mundo, hasta su centro, para encontrar un lago ardiente de fuego, y no estaba ahí. Fui a los confines más lejanos de tu universo en busca de un lugar de tormento y tampoco lo hallé. Y busqué en los mismos lugares a un diablo y no lo pude encontrar en ninguna parte. Y cuando volví, lo encontré en los corazones de aquellos que creían en él y en el infierno. Pero tal lugar no existe.
Estudiante: Bueno, me alegro de que lo creas así.
Ramtha: No es que yo lo crea así. Yo sé que es así.
Estudiante: ¿Sabes? No puede ser que Dios nos quiera tanto y después por la mínima cosa que hiciéramos nos enviara al infierno para vivir en el fuego eterno.
Ramtha: Eso es precisamente correcto. El Padre no ha creado tal lugar para atormentar a nadie porque, ¿no fuisteis vosotros creados por Dios?
Estudiante: Sí.
Ramtha: Entonces, ya que fuisteis creados por Dios, ¿no lleváis a Dios dentro de vosotros?
Estudiante: Yo tengo a Dios dentro de mí. Yo amo a Dios.
Ramtha: Pero ¿no eres tú parte de Dios?
Estudiante: ¿Lo soy?
Ramtha: Por supuesto.
Estudiante: Bueno, eso significa mucho para mí.
Ramtha: Mi querida mujer, puesto que Dios lo es todo, ¿de qué crees que te haría sino de sí mismo? Tú eres Dios. Entonces, ¿por qué iba él a echarse en un agujero y no amarse a sí mismo por haber hecho algo malo y que también es parte de la vida que él es?
Te voy a decir una gran verdad: el hombre ha creado imágenes de Dios para poder controlar a sus hermanos. Las religiones fueron creadas para controlar a los pueblos y a las naciones cuando fallaban los ejércitos, y el miedo era la herramienta que los mantenía a raya. Si le robas la divinidad a cualquier hombre, si le arrebatas a Dios, entonces puedes gobernarlo y controlarlo fácilmente.
Dios no ha creado un infierno o un demonio, éstas son espantosas creaciones del hombre para atormentar a sus hermanos. Fueron creados por el dogma religioso con el propósito de intimidar a las masas y crear una sociedad controlable. He aquí una gran verdad.
Dios, el Padre, es todas las cosas, cada diminuto grano de arena en el mar, cada mariposa en la primavera, cada estrella grande o pequeña en la inmensidad de tus cielos. Todas las cosas son Dios. Entonces para él, tener un lugar como el infierno sería como tener un cáncer en su propio cuerpo, y eso lo devoraría.
Nada te separará del reino de los cielos, puesto que no hay nada más grande que Dios y la vida. Dios, el Padre, siempre te amará, porque es cada dirección que tomas, cada pensamiento que abrazas.
Estudiante: Dios nos ama a todos, yo sé que lo hace.
Ramtha: Verdaderamente mujer, verdaderamente, porque él es todos nosotros. ¿Y qué pasó con todo el mal que hemos hecho? Mi querida y maravillosa mujer, tú no has hecho nada malo. Nada.
Estudiante: Vaya, gracias.
Ramtha: Porque la vida no ha cambiado a causa de nada que hayas hecho. Todo lo que hayas hecho, por muy malvado o vil que haya sido, ha enaltecido la vida por la sabiduría que obtuviste al hacerlo.
Ahora bien, deseo que entiendas esto: tu religión y tus creencias han causado la aniquilación de civilizaciones durante siglos. Los mayas y los aztecas fueron asesinados y destruidos por las leyes de la iglesia, porque ellos no creían en lo que la iglesia creía. Todas las guerras santas durante la Edad Oscura se lucharon por creencias religiosas. Y en un lugar llamado Francia, los bebés eran arrancados de los brazos de sus madres porque ellas no creían en la iglesia. A las mujeres les quemaban los ojos con hierros al rojo vivo y marcaban sus pechos, la sangre corría por las calles; todo por una creencia.
Luego los protestantes tomaron lo que se llama el fuego del infierno, la condenación eterna y el diablo, y mantuvieron íntegras sus congregaciones al infundir miedo en los corazones de sus pequeños diciéndoles que si no hacían ciertas cosas y si no se comportaban de acuerdo con las normas y reglamentos de la iglesia, arderían para siempre en el infierno.
Estudiante: Así es más o menos como yo crecí.
Ramtha: Mi querida mujer, creciste en una atrocidad. ¿Nunca te preguntaste acaso qué fue de aquellos que vivieron antes de la Biblia?
Estudiante: No. Yo simplemente creía que a lo mejor el infierno los destruyó... ¡Oh! Lo siento.
Ramtha: No lo sientas en absoluto. Ese es el producto de la creencia.
Ahora, aquí estás, una mujer anciana, sin ánimos ni juventud, y preocupada por la muerte. Y todas las enseñanzas siniestras con las que te han programado durante siglos, de repente te plantean: «¿Hay un infierno? ¿Voy a ir allí? ¿Me he portado tan mal?»
Déjame decirte que no irás al infierno porque no existe un lugar así. Al instante de dejar tu cuerpo vas a vivir otra vez. Estarás por encima de él, y serás una entidad de luz pura otra vez. Entonces vendrán grandes maestros y te llevarán a un lugar de mayor aprendizaje, donde podrás ver por ti misma que lo que te digo es una gran verdad.
Ahora, Yeshua ben Joseph, a quien tú llamas Jesús de Nazaret, es un gran dios al igual que lo eres tú. Pero él no es el único hijo de Dios, es uno de los hijos de Dios. Él fue un hombre que se convirtió en Dios, así como tú te convertirás en Dios.
Estudiante: ¿Tú crees que Jesús era un hijo de Dios?
Ramtha: Yo no lo creo, lo sé. Así como tú eres hija de Dios.
Estudiante: Pero a mí nunca me enseñaron eso.
Ramtha: Ahora, mujer, ¿qué enseñó Yeshua? Que él es el hijo de Dios, y en verdad lo es. Pero al mismo tiempo proclamó abiertamente que cada uno es también un hijo de Dios. Él no enseñó otra cosa más que eso. Cada uno es Dios expresando su perfección como hombre. ¿Y qué bien le haría al Padre tener tantos hijos imbéciles y sólo uno que es perfecto? No sería un buen reflejo de la semilla del Padre.
Yeshua es tu hermano, no tu salvador. Él fue un hombre que llevaba a Dios dentro de su ser, igual que tú lo llevas dentro del tuyo.
Ahora, yo deseo que entiendas lo siguiente: Yeshua vivió en este plano en un tiempo en donde el hombre no amaba al hombre, sino que lo esclavizaba, y el amor no se consideraba cosa de gran estima. Pero Yeshua fue un ejemplo de amor para todo el mundo. Fue ese mismo amor lo que fomentó que lo aclamaran «salvador del mundo», porque él trajo amor a este plano donde muy pocos lo expresaban, y lo dio abiertamente a cada uno. Él trajo también la enseñanza de que el Padre no es un Dios de enjuiciamiento y castigo, sino un Dios de misericordia, gracia y compasión, y amante de todas las cosas. Desafortunadamente, ese entendimiento ha sido enormemente alterado a lo largo de la historia, y por medio de las escrituras de aquellos que menos entendieron las enseñanzas sencillas de este alma inmaculada.
Yeshua amó. Ese fue su grandioso y magnífico regalo a la humanidad. Él proclamó abiertamente que la fuente de ese amor era el Padre que vivía dentro de él, el mismo Padre que vivía dentro de toda la gente. Lo que le dio a Yeshua la libertad y el poder de abrazar a toda la humanidad fue saber que el Padre y él eran uno y el mismo. Él apartó todas las ilusiones que le hacían vivir en la hipocresía, y al hacerlo, expresó completamente al Padre que vivía dentro de él. Así, Yeshua se convirtió en un Cristo: el hombre expresándose totalmente como Dios; Dios expresándose completamente en el hombre. Eso es lo que el término «Cristo» quiere decir: Dios-hombre, hombre-Dios. Un Cristo es todo aquel que se da cuenta de que es Dios, y entonces vive esa verdad.
La única diferencia entre Yeshua y tú, querida mujer, es que Yeshua entendió el principio de Dios dentro del hombre, y entonces vivió ese principio plenamente. Por eso, él es verdaderamente una gran entidad. Pero tú también eres una gran entidad, y posees la misma nobleza y el mismo amor para llegar a ser lo que él fue.
Yeshua no es responsable de salvarte a ti ni a nadie. Al darse cuenta de que él era un Dios vivo en la Tierra, se convirtió en el salvador de sí mismo, y entonces enseñó a otros cómo ser sus propios salvadores a través del Dios que vive dentro de cada uno. Él enseñó a todos: «Lo que yo he hecho todos podéis hacerlo, porque el Padre y vosotros sois uno. Tu reino no es de este mundo, el reino de los cielos está dentro de ti». Y él no habló del infierno; él habló de la vida y su belleza.
Amada mujer, ama a este hermoso ser que eres, al Dios que tú eres, y deja de leer tu libro insidioso. Acepta que el Padre vive dentro de ti, y que tú vivirás para siempre, porque así será. Simplemente es así. Y además, ¿qué haría el diablo contigo una vez te tuviera?
Estudiante: No lo quiero ni saber, gracias.
Ramtha: Oh, mi querida mujer, ¿qué clase de Padre crearía una entidad así, ese lugar y ese tormento, y te haría a ti tan impotente contra todos ellos? Ese no es el Dios de mi ser, ni siquiera lo reconozco. Yo sólo reconozco la vida, el Ser de todo lo que Es.
Dios es todas las cosas, porque si hubiera algo que no fuera Dios deberías preguntarte quién creó eso. Todas las cosas son el Padre porque todas las cosas son la vida. Y el Padre sólo conoce el amor. Él nunca te ha juzgado ni a ti ni a nadie, nunca. Él no tiene la capacidad de alterarse a sí mismo y convertirse en algo menos que el amor o la vida.
Estudiante: Bueno, Dios es amor. Yo ya sabía eso.
Ramtha: ¿Y es odio?
Estudiante: No, no creo que lo sea.
Ramtha: ¿Quién es odio?
Estudiante: Pues ese será alguien malo, si es que lo hay.
Ramtha: No lo hay.
Estudiante: Bueno, ¿cómo se nos castiga entonces?
Ramtha: ¿Qué necesidad hay de castigarte, mujer, si te lo has estado haciendo a ti misma en todas tus vidas? Creer que estabas equivocada y que serías castigada te ha causado vivir en tu propio infierno, y ese lo has creado tú. No hay carcelero en el reino de Dios. Ni nadie que te linche o te torture. Si Dios es amor, él es explícitamente eso y nada más.
Estudiante: Cuando se te ha enseñado durante tanto tiempo que hay un demonio, ¿cómo se puede sentir que no existe?
Ramtha: ¿Sabes cómo? Sabiendo que no lo hay, de la misma manera que aprendiste que lo había.
Mi hermosa entidad, yo te amo profundamente. Contempla lo que te he dicho. Amate, y encuentra al Padre dentro de ti. Está en paz contigo misma, mujer, porque cuando dejes este plano, volverás a vivir brillantemente.
Estudiante: Amén.
Ramtha: Que así sea.
«El Padre nunca te ha juzgado, ni en éste ni en ningún otro momento que hayas vivido. Él ha sido tú y la plataforma de vida sobre la cual has expresado tu propio Yo, divino y con un propósito. Él te ha dado la singularidad de tu propio ego y la voluntad libre para convertirte en cualquier cosa que desees, para percibir la fuerza que él es, de cualquier manera que escojas percibirla."Ramtha"
Mis amados hermanos, a muchos de vosotros se os ha enseñado durante eras que la esencia llamada Dios es un personaje sombrío, atemorizante, enfadado y sentencioso. Pero Dios no es ninguna de estas cosas. El Dios que sermonea, que juzga, que persigue, nunca ha existido excepto en los corazones y las mentes de los hombres. Fue el hombre el que creó a un Dios que juzga a unos y exalta a otros. Ese es un Dios del hombre; fue creado por el hombre y su voluntad.
El Dios que yo conozco y que amo, que es el poder que emana de mí y el reino que yo soy, es un Dios de amor completo y sin enjuiciamientos. No es nada más, sino todo lo demás. Dios te ama con un amor mucho mayor del que alguna vez hayas comprendido; pues él es la vida que tú eres, la tierra que pisas y el aire que respiras. Es el color de tu piel, la magnificencia de tus ojos, la suavidad de tu tacto. Eres tú en cada momento que eres, en cada Pensamiento que piensas, en cada una de tus acciones, incluso en las sombras de tu alma.
Dios es una fuerza que lo consume todo, que es todo. Es el viento sobre el agua, el cambio de las hojas, la simplicidad de una rosa, profunda en su color y matiz. Dios es los amantes en su abrazo, los niños en su risa y el brillo del cabello color miel. Es el sol que sale en la mañana, la estrella parpadeando en la noche y la luna creciendo y menguando en el cielo de medianoche. Dios es el hermoso insecto, el humilde pájaro en su vuelo, el feo y vil gusano. Dios es movimiento y color, sonido y luz. Dios es pasión, es amor, es alegría. Dios es tristeza. Aquello que existe, todo lo que es, es lo que tú llamas Dios, el Padre, la totalidad de la vida y el amante de todo lo que existe. Dios no es un personaje singular que se sienta sobre un trono y juzga a la totalidad de la vida. Dios es la totalidad de la vida, cada momento palpitante. Es la continuidad y eternidad de todo lo que existe.
¿Crees acaso que la vida te ha juzgado? En absoluto. Porque si Dios —-que es lo que tú eres—te juzgara estaría ciertamente juzgándose a sí mismo. ¿Y por qué la inteligencia suprema haría una cosa así?
La fuerza vital que llamas el Padre, ni siquiera tiene la capacidad de juzgarte, ni a ti ni a ninguna otra cosa. Porque la vida no posee una personalidad con un ego que se pueda dividir a sí mismo en facetas de bueno o malo, correcto o incorrecto, perfecto o imperfecto. Si Dios poseyera un ego, también tendría la capacidad de percibir la alteración dentro de sí mismo. Y si Dios pudiera contemplar la alteración dentro de su ser siquiera por un momento, la vida que él es cesaría en el próximo instante y nunca sería otra vez.
Dios en sí mismo, carece totalmente de bondad o maldad, de positivo o negativo. Dios no es perfecto, porque la perfección es una limitación a la vida continua, siempre cambiante y exuberante. Dios simplemente es. Lo único que tu amado Padre sabe hacer es ser, para que todas las cosas —q son él— puedan expresar la vida que él es.
Dios es la esencia ilimitada y suprema del ser, una totalidad indivisa d Ser. Y ese Ser[1] te ama tan inmensamente que te ha permitido crear tus ilusiones de perfección e imperfección, de bondad y maldad, de positivo y negativo. Y a través de tu percepción se ha convertido en lo que tú has percibido. Y así Dios, siendo la totalidad de todo lo que es, es lo incorrecto al mismo tiempo que lo correcto, es la fealdad al mismo tiempo que la belleza, y la vileza al mismo tiempo que la divinidad.
El Padre nunca te ha juzgado, ni en éste ni en ningún otro momento que hayas vivido. Él ha sido tú y la plataforma de vida sobre la cual has expresado tu propio Yo, divino y con un propósito. Él te ha dado la singularidad de tu propio ego y la voluntad libre[2] para convertirte en cualquier cosa que desees, para percibir la fuerza que él es, de cualquier manera que escojas percibirla. Y nada que hayas hecho o que hayas pensado, no importa lo vil, lo malvado o lo maravilloso que haya sido, ha sido visto por Dios como algo diferente a ser.
Este Dios que conozco te ama con un amor más grande y más profundo que el que nunca hayas concebido, porque te ha permitido crear tu vida de cualquier manera que hayas deseado. El Padre siempre te ha amado. Él no conoce otra manera de percibirte, porque él es lo que tú eres.
El Padre no ve el error, sólo se ve a sí mismo. El Padre no ve el fracaso, sólo su Ser siempre continuo y eterno. Tú eres quien crea el florecimiento de la vida, incluso su vileza, y el Padre se convertirá en el florecimiento y en la vileza, y nunca juzgará entre ambos cuál es más grande y cuál menos; él simplemente es. Él es el Ser que te permite expresarte a través de él mismo de cualquier manera que elijas. Y es bueno que sea así, porque si él realmente fuera este Dios que ha creado el hombre, ninguno de vosotros vería jamás lo que llamáis «las puertas del cielo». Ninguno. Porque nadie podría alcanzar las expectativas de este Dios creado por el hombre.
Sólo tú, a través de tus propias actitudes, y al aceptar las actitudes de otros, te has juzgado a ti mismo. Sólo tú te has causado el sentimiento del fracaso. Con la capacidad de crear a través de tu Padre cualquier verdad y realidad que desees, tú eres el único juez de tu propia vida. Sólo tú has determinado lo que es bueno y lo que es malo, lo que es correcto e incorrecto. Pero en la esencia del Ser llamada vida, no existe ninguna de estas cosas. Cada cosa simplemente es una parte del Ser llamado Dios Todopoderoso. Tu juicio es sólo una ilusión que has creado sobre este plano de realidades creativas.
En tu pensamiento limitado has pensado que algunas cosas son incorrectas, que son malvadas. Pero esa ha sido tu selección de la verdad, y el Padre te ha permitido hacerlo. Su verdad se llama Ser. Dios te ama sin importar lo que hagas, ya que cada cosa que haces o piensas realza la vida que él es a través de la sabiduría que tú obtienes de ella. Dios sabe que eres eterno y que nada de lo que hagas puede arrebatarte tu fuerza vital.
Así que cuando dejes este plano y reflexiones sobre todas las cosas que has hecho en tu vida —y lo harás— Dios todavía estará ahí, amándote en todos tus mañanas, porque él es la plataforma sobre la cual creas tus ilusiones, tu imaginación y tus sueños. Ahora, ¿qué es Dios en su forma más exaltada? Pensamiento. El Padre, la plataforma desde la cual creas tu vida, la sustancia y fuerza vital de todas las cosas es, en un entendimiento superior, pensamiento. Porque el pensamiento es el máximo creador de todas las cosas que hay, habidas y por haber. El pensamiento es la sustancia desde la cual se crean todas las cosas. Todo cuanto existe, ha partido primero del pensamiento, que es la suprema inteligencia llamada la mente de Dios.
¿Te has preguntado alguna vez qué es lo que mantiene a todas las cosas unidas en sus formas y modelos únicos? Es el pensamiento, que es el pegamento cósmico llamado amor. Eso es lo que mantiene unida a toda la materia. Eso es amor en la mayor escala de todas, porque eso es lo que el Padre es. Cada cosa, incluso tu cuerpo, se mantiene unida por el pensamiento, porque cada cosa ha sido ideada a través del pensamiento, el cual es Dios; y es el amor del Padre hacia sí mismo lo que mantiene cada cosa en su sitio.
Estás sustentado por Dios. Lo que permite que todas las estructuras moleculares y celulares de tu cuerpo permanezcan unidas es el amor del gran y magnífico pensamiento que Dios realmente es. Sin el pensamiento, tu cuerpo no existiría, la materia no existiría, nada existiría, porque el pensamiento es el creador y el elemento que sostiene toda la vida.
¿Crees que Dios, el pensamiento que ata y mantiene todas las cosas unidas es una entidad sombría y atemorizante? No lo es. El Padre es felicidad completa, porque él no conoce otra manera de ser. Él es todas las formas de vida vibrando en armonía unas con otras, y eso emite un tono que suena como una gran carcajada. Si escuchas cuidadosamente puedes incluso oír la música del Padre, la risa de Dios. Es la mayor alegría. Yo nunca lo he oído llorar. Entonces, ¿qué es Dios, la causa de tu precioso ser, la maravillosa fuerza vital que fluye y refluye entre todos vosotros, que nos conecta y nos mantiene a todos unidos, la promesa de una vida posterior y de eternidades que vendrán? Es el Ser que es pensamiento. Es el Ser de la vida siempre continua. Es el Ser que ama todo lo que es. Es el Ser que permite que la vida exista a través del amor. Es el Ser que es total y completa felicidad. Esa es tu herencia y tu destino.
* * *
ESTUDIANTE:; TÚ has enseñado que Dios es simplemente un estado de Ser. Y usas muchos términos además de la palabra «Dios» para referirte a esta inteligencia y fuerza vital. Pero ¿por qué usas a menudo las palabras «él» y «Padre»? Eso parece perpetuar la noción de que Dios no sólo es una entidad fuera de nosotros, sino además un personaje masculino, y eso puede parecer un poco ofensivo para algunas mujeres.
Ramtha: Para educar a la totalidad de la humanidad uno debe utilizar los diferentes términos que se han usado para describir a Dios. Es decir, uno debe referirse al Ser de manera que todos podamos relacionarnos con ello. Aunque al Ser se lo haya llamado el «Padre», y por lo tanto se lo haya considerado del género masculino, el Padre no es un hombre. Sin embargo, el hombre en su género es el Padre. Pero también lo es la mujer, porque el Padre es ambos, masculino y femenino.
El término «Dios» no tiene sexo. Significa «inteligencia suprema». Todos los que no entienden lo que significa el término «Ser» necesitan conocer la palabra «Padre». Todos los que no entienden «inteligencia suprema» necesitan conocer la palabra «Dios».
Maestro,[3] si uno insiste en que Dios es un Padre, esa será su verdad. Si hay mujeres que se sienten ofendidas porque alguien se refiere a Dios en términos masculinos, esa va a ser su verdad. Pero Dios siempre será la percepción de lo que Dios es, y eso siempre será único para cada entidad.
Dios no es una palabra, es un sentimiento que vive dentro de cada uno de nosotros. Y cuanto más ilimitada sea tu percepción de Dios, más grande y más feliz será ese sentimiento, a medida que abarque más esa emoción llamada Dios Todopoderoso.
* * *
Ramtha (hablando a una mujer anciana en silla de ruedas): Querida mujer montas en ruedas de plata, ¿qué dices tú?
Estudiante: Yo amo a Dios, pero tengo miedo a morir.
Ramtha: ¿Por qué?
Estudiante: No lo sé. No puedo llegar al fondo de la cuestión. Lo he pensado y pensado una y otra vez.
Ramtha: ¿Crees en el infierno?
Estudiante: Sí, por supuesto.
Ramtha: Por eso no quieres morir, porque sientes que es ahí adonde vas a ir.
Estudiante: Oh, bueno... yo no creo que vaya a ir. No creo que Dios me deje ir, porque yo le he pedido perdón por todo el mal que he hecho.
Ramtha: ¡Mi querida, mi querida mujer! ¿Crees que el Padre siente menos amor por ti que el que tú sientes por tus propios hijos?
Estudiante: No. Bueno, algunas veces yo no siento que él me ame. A lo mejor siento que quizás no esté perdonada, pero aún así, yo sé que lo estoy.
Ramtha: ¿Qué has hecho tú que sea tan malo?
Estudiante: Bueno... varias cosas.
Ramtha: Y esas cosas, ¿te han apartado de la vida?
Estudiante: No, yo he intentado vivir y quiero vivir, quiero vivir correctamente.
Ramtha: ¿Y eso qué quiere decir?
Estudiante: Eso quiere decir que el diablo no me va a atrapar.
Ramtha: ¿De verdad?
Estudiante: Bueno, dime tú qué es, por favor.
Ramtha: ¿Tú me creerías si yo te lo dijera?
Estudiante: Sí.
Ramtha: ¿Y si yo te dijera que no hay infierno?
Estudiante: Pero, sin embargo, a mí me han enseñado que sí hay un infierno.
Ramtha: Pero yo te estoy enseñando que no lo hay. ¿Me creerás tan firmemente como has creído que sí hay un infierno?
Estudiante: Bueno, yo te creo.
Ramtha: Entonces, acéptalo, porque no lo hay. ¿Sabes lo que es el infierno? Es un término que se usaba en el reino de Judea para describir una tumba abierta y poco profunda donde se ponía a las entidades que no podían pagar los dracmas o siclos que necesitaban para ser enterradas. Y era una maldición estar en una tumba abierta, porque por la noche las hienas y los perros salvajes desenterraban los cuerpos y los devoraban. Y si el cuerpo era devorado, las entidades creían que nunca podrían seguir hacia su utopía. Eso es todo lo que el término significaba, hasta que en traducciones posteriores, los predicadores, los curas y la religión determinaron que era un lugar de tormento.
Estudiante: Bueno, pero yo leo mi Biblia regularmente, y pone mucho énfasis en el infierno.
Ramtha: ¿Quién escribió la Biblia?
Estudiante: Personas diferentes.
Ramtha: ¿Y quiénes eran? ¿Eran hombres?
Estudiante: No lo sé.
Ramtha: Sí lo eran.
Yo fui a las profundidades de tu mundo, hasta su centro, para encontrar un lago ardiente de fuego, y no estaba ahí. Fui a los confines más lejanos de tu universo en busca de un lugar de tormento y tampoco lo hallé. Y busqué en los mismos lugares a un diablo y no lo pude encontrar en ninguna parte. Y cuando volví, lo encontré en los corazones de aquellos que creían en él y en el infierno. Pero tal lugar no existe.
Estudiante: Bueno, me alegro de que lo creas así.
Ramtha: No es que yo lo crea así. Yo sé que es así.
Estudiante: ¿Sabes? No puede ser que Dios nos quiera tanto y después por la mínima cosa que hiciéramos nos enviara al infierno para vivir en el fuego eterno.
Ramtha: Eso es precisamente correcto. El Padre no ha creado tal lugar para atormentar a nadie porque, ¿no fuisteis vosotros creados por Dios?
Estudiante: Sí.
Ramtha: Entonces, ya que fuisteis creados por Dios, ¿no lleváis a Dios dentro de vosotros?
Estudiante: Yo tengo a Dios dentro de mí. Yo amo a Dios.
Ramtha: Pero ¿no eres tú parte de Dios?
Estudiante: ¿Lo soy?
Ramtha: Por supuesto.
Estudiante: Bueno, eso significa mucho para mí.
Ramtha: Mi querida mujer, puesto que Dios lo es todo, ¿de qué crees que te haría sino de sí mismo? Tú eres Dios. Entonces, ¿por qué iba él a echarse en un agujero y no amarse a sí mismo por haber hecho algo malo y que también es parte de la vida que él es?
Te voy a decir una gran verdad: el hombre ha creado imágenes de Dios para poder controlar a sus hermanos. Las religiones fueron creadas para controlar a los pueblos y a las naciones cuando fallaban los ejércitos, y el miedo era la herramienta que los mantenía a raya. Si le robas la divinidad a cualquier hombre, si le arrebatas a Dios, entonces puedes gobernarlo y controlarlo fácilmente.
Dios no ha creado un infierno o un demonio, éstas son espantosas creaciones del hombre para atormentar a sus hermanos. Fueron creados por el dogma religioso con el propósito de intimidar a las masas y crear una sociedad controlable. He aquí una gran verdad.
Dios, el Padre, es todas las cosas, cada diminuto grano de arena en el mar, cada mariposa en la primavera, cada estrella grande o pequeña en la inmensidad de tus cielos. Todas las cosas son Dios. Entonces para él, tener un lugar como el infierno sería como tener un cáncer en su propio cuerpo, y eso lo devoraría.
Nada te separará del reino de los cielos, puesto que no hay nada más grande que Dios y la vida. Dios, el Padre, siempre te amará, porque es cada dirección que tomas, cada pensamiento que abrazas.
Estudiante: Dios nos ama a todos, yo sé que lo hace.
Ramtha: Verdaderamente mujer, verdaderamente, porque él es todos nosotros. ¿Y qué pasó con todo el mal que hemos hecho? Mi querida y maravillosa mujer, tú no has hecho nada malo. Nada.
Estudiante: Vaya, gracias.
Ramtha: Porque la vida no ha cambiado a causa de nada que hayas hecho. Todo lo que hayas hecho, por muy malvado o vil que haya sido, ha enaltecido la vida por la sabiduría que obtuviste al hacerlo.
Ahora bien, deseo que entiendas esto: tu religión y tus creencias han causado la aniquilación de civilizaciones durante siglos. Los mayas y los aztecas fueron asesinados y destruidos por las leyes de la iglesia, porque ellos no creían en lo que la iglesia creía. Todas las guerras santas durante la Edad Oscura se lucharon por creencias religiosas. Y en un lugar llamado Francia, los bebés eran arrancados de los brazos de sus madres porque ellas no creían en la iglesia. A las mujeres les quemaban los ojos con hierros al rojo vivo y marcaban sus pechos, la sangre corría por las calles; todo por una creencia.
Luego los protestantes tomaron lo que se llama el fuego del infierno, la condenación eterna y el diablo, y mantuvieron íntegras sus congregaciones al infundir miedo en los corazones de sus pequeños diciéndoles que si no hacían ciertas cosas y si no se comportaban de acuerdo con las normas y reglamentos de la iglesia, arderían para siempre en el infierno.
Estudiante: Así es más o menos como yo crecí.
Ramtha: Mi querida mujer, creciste en una atrocidad. ¿Nunca te preguntaste acaso qué fue de aquellos que vivieron antes de la Biblia?
Estudiante: No. Yo simplemente creía que a lo mejor el infierno los destruyó... ¡Oh! Lo siento.
Ramtha: No lo sientas en absoluto. Ese es el producto de la creencia.
Ahora, aquí estás, una mujer anciana, sin ánimos ni juventud, y preocupada por la muerte. Y todas las enseñanzas siniestras con las que te han programado durante siglos, de repente te plantean: «¿Hay un infierno? ¿Voy a ir allí? ¿Me he portado tan mal?»
Déjame decirte que no irás al infierno porque no existe un lugar así. Al instante de dejar tu cuerpo vas a vivir otra vez. Estarás por encima de él, y serás una entidad de luz pura otra vez. Entonces vendrán grandes maestros y te llevarán a un lugar de mayor aprendizaje, donde podrás ver por ti misma que lo que te digo es una gran verdad.
Ahora, Yeshua ben Joseph, a quien tú llamas Jesús de Nazaret, es un gran dios al igual que lo eres tú. Pero él no es el único hijo de Dios, es uno de los hijos de Dios. Él fue un hombre que se convirtió en Dios, así como tú te convertirás en Dios.
Estudiante: ¿Tú crees que Jesús era un hijo de Dios?
Ramtha: Yo no lo creo, lo sé. Así como tú eres hija de Dios.
Estudiante: Pero a mí nunca me enseñaron eso.
Ramtha: Ahora, mujer, ¿qué enseñó Yeshua? Que él es el hijo de Dios, y en verdad lo es. Pero al mismo tiempo proclamó abiertamente que cada uno es también un hijo de Dios. Él no enseñó otra cosa más que eso. Cada uno es Dios expresando su perfección como hombre. ¿Y qué bien le haría al Padre tener tantos hijos imbéciles y sólo uno que es perfecto? No sería un buen reflejo de la semilla del Padre.
Yeshua es tu hermano, no tu salvador. Él fue un hombre que llevaba a Dios dentro de su ser, igual que tú lo llevas dentro del tuyo.
Ahora, yo deseo que entiendas lo siguiente: Yeshua vivió en este plano en un tiempo en donde el hombre no amaba al hombre, sino que lo esclavizaba, y el amor no se consideraba cosa de gran estima. Pero Yeshua fue un ejemplo de amor para todo el mundo. Fue ese mismo amor lo que fomentó que lo aclamaran «salvador del mundo», porque él trajo amor a este plano donde muy pocos lo expresaban, y lo dio abiertamente a cada uno. Él trajo también la enseñanza de que el Padre no es un Dios de enjuiciamiento y castigo, sino un Dios de misericordia, gracia y compasión, y amante de todas las cosas. Desafortunadamente, ese entendimiento ha sido enormemente alterado a lo largo de la historia, y por medio de las escrituras de aquellos que menos entendieron las enseñanzas sencillas de este alma inmaculada.
Yeshua amó. Ese fue su grandioso y magnífico regalo a la humanidad. Él proclamó abiertamente que la fuente de ese amor era el Padre que vivía dentro de él, el mismo Padre que vivía dentro de toda la gente. Lo que le dio a Yeshua la libertad y el poder de abrazar a toda la humanidad fue saber que el Padre y él eran uno y el mismo. Él apartó todas las ilusiones que le hacían vivir en la hipocresía, y al hacerlo, expresó completamente al Padre que vivía dentro de él. Así, Yeshua se convirtió en un Cristo: el hombre expresándose totalmente como Dios; Dios expresándose completamente en el hombre. Eso es lo que el término «Cristo» quiere decir: Dios-hombre, hombre-Dios. Un Cristo es todo aquel que se da cuenta de que es Dios, y entonces vive esa verdad.
La única diferencia entre Yeshua y tú, querida mujer, es que Yeshua entendió el principio de Dios dentro del hombre, y entonces vivió ese principio plenamente. Por eso, él es verdaderamente una gran entidad. Pero tú también eres una gran entidad, y posees la misma nobleza y el mismo amor para llegar a ser lo que él fue.
Yeshua no es responsable de salvarte a ti ni a nadie. Al darse cuenta de que él era un Dios vivo en la Tierra, se convirtió en el salvador de sí mismo, y entonces enseñó a otros cómo ser sus propios salvadores a través del Dios que vive dentro de cada uno. Él enseñó a todos: «Lo que yo he hecho todos podéis hacerlo, porque el Padre y vosotros sois uno. Tu reino no es de este mundo, el reino de los cielos está dentro de ti». Y él no habló del infierno; él habló de la vida y su belleza.
Amada mujer, ama a este hermoso ser que eres, al Dios que tú eres, y deja de leer tu libro insidioso. Acepta que el Padre vive dentro de ti, y que tú vivirás para siempre, porque así será. Simplemente es así. Y además, ¿qué haría el diablo contigo una vez te tuviera?
Estudiante: No lo quiero ni saber, gracias.
Ramtha: Oh, mi querida mujer, ¿qué clase de Padre crearía una entidad así, ese lugar y ese tormento, y te haría a ti tan impotente contra todos ellos? Ese no es el Dios de mi ser, ni siquiera lo reconozco. Yo sólo reconozco la vida, el Ser de todo lo que Es.
Dios es todas las cosas, porque si hubiera algo que no fuera Dios deberías preguntarte quién creó eso. Todas las cosas son el Padre porque todas las cosas son la vida. Y el Padre sólo conoce el amor. Él nunca te ha juzgado ni a ti ni a nadie, nunca. Él no tiene la capacidad de alterarse a sí mismo y convertirse en algo menos que el amor o la vida.
Estudiante: Bueno, Dios es amor. Yo ya sabía eso.
Ramtha: ¿Y es odio?
Estudiante: No, no creo que lo sea.
Ramtha: ¿Quién es odio?
Estudiante: Pues ese será alguien malo, si es que lo hay.
Ramtha: No lo hay.
Estudiante: Bueno, ¿cómo se nos castiga entonces?
Ramtha: ¿Qué necesidad hay de castigarte, mujer, si te lo has estado haciendo a ti misma en todas tus vidas? Creer que estabas equivocada y que serías castigada te ha causado vivir en tu propio infierno, y ese lo has creado tú. No hay carcelero en el reino de Dios. Ni nadie que te linche o te torture. Si Dios es amor, él es explícitamente eso y nada más.
Estudiante: Cuando se te ha enseñado durante tanto tiempo que hay un demonio, ¿cómo se puede sentir que no existe?
Ramtha: ¿Sabes cómo? Sabiendo que no lo hay, de la misma manera que aprendiste que lo había.
Mi hermosa entidad, yo te amo profundamente. Contempla lo que te he dicho. Amate, y encuentra al Padre dentro de ti. Está en paz contigo misma, mujer, porque cuando dejes este plano, volverás a vivir brillantemente.
Estudiante: Amén.
Ramtha: Que así sea.
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