martes, 23 de febrero de 2010
NAVE ALFA La realidad que experimentes, depende de tu vibración
Sábado 20 y domingo 21 de febrero de 2.010
¡Saludos desde la Nave Alfa! Son muchas ya las personas de su planeta
que están despertando a la nueva realidad. De hecho, siempre ha habido
una sola Realidad, lo que pasa es que cada criatura la vive de una
forma determinada. No es lo mismo la ‘realidad’ para una hormiga que
para un elefante, para una ballena, para un pájaro o para un ser
humano. Cada cual vive y siente la vida –su vida– de acuerdo a las
experiencias que tiene, al medio en que se mueve, a las circunstancias
que lo envuelven, etc. De igual manera, no vive la ‘realidad’ igual un
cantante de ópera que está recibiendo una ovación tras un recital
exitoso, que un condenado a la pena capital en el corredor de la
muerte, mientras espera su ejecución.
Entonces, ¿cuántas realidades son posibles, una, dos, miles, millones?
Lo que difiere es la forma en que la aprecia el testigo; como dice el
aforismo, “todo depende del cristal con que se mire”. Pero la
realidad, es aquello que es real, aquello que es verdadero,
independientemente de lo que perciba cada individuo o cada ser
viviente como real. La verdad es que lo único que es real es Dios.
Todo lo que vemos, oímos, olemos, degustamos y tocamos no es sino
nuestra percepción del escenario que Él ha diseñado, todo lo que
comprende Su creación. Nuestros sentidos, ya sean los cinco sentidos
físicos, como otros más sutiles que se emplean en planos o dimensiones
más sutiles, nos transmiten la percepción de lo que estamos
registrando, percepción que podría ser falsa, no ser auténtica, no ser
real. Entonces no estaríamos viendo o percibiendo la Realidad, sino
una realidad subjetiva, producto de nuestra mente.
De la misma forma, si algo que estamos degustando, por ejemplo, una
aceituna, está demasiado amarga, o probamos un vino que está
avinagrado, nuestra reacción será de desagrado, de repulsión. Puede
que un amigo suyo les presente a otro amigo de él; tal vez esa persona
les caiga mal, porque les parece demasiado altiva, o algo antipática,
o puede que muy vulgar. En el primer ejemplo, tuvimos una reacción
desagradable utilizando el sentido del gusto; en el segundo, sentimos
un rechazo desde el punto de vista de nuestra mente. Ambos son
herramientas que tenemos; hacemos uso de ellas porque nos ayudan a
interactuar con el ambiente que nos rodea, o en otras palabras, con el
mundo exterior. Por eso podríamos decir que la mente es como nuestro
sexto sentido, que además nos permite emitir juicios de acuerdo a las
situaciones que vivimos, y nos hará determinar si la experiencia que
estamos viviendo es positiva (y por tanto nos hace felices) o es
negativa (y nos hace sentir muy desdichados).
A lo que voy, mis queridos hermanos, es que nuestra mente es como una
ventana al mundo exterior, que hace que lo que nos rodea nos haga
sentir bien o mal, en otras palabras, felices o desdichados. Por lo
que deducimos que para ser feliz, todo depende de la forma en que
nosotros percibamos la realidad. De manera que nuestra felicidad, la
de todos los seres humanos, como seres pensantes y con libre albedrío,
no depende tanto de las situaciones que vivimos (aunque obviamente
también influyen algo), sino depende en mayor medida, de cómo nuestra
mente siente y analiza las impresiones, las entradas de información
que nos llegan del exterior.
¿Por qué una persona reacciona de una manera ante un hecho que le
acontece, y otra persona reacciona de forma totalmente distinta ante
el mismo hecho? Un hombre que estaba psicológicamente perturbado
estaba paseando por la calle, y se acercó a otro hombre y le propinó
una bofetada. El abofeteado entró en cólera ante lo que sintió una
agresión injustificada y le devolvió el golpe, con más fuerza aún. El
hombre perturbado se acercó entonces a otra persona, y le atizó otra
bofetada. La víctima se sintió ofendida por ese ataque súbito del loco
y comenzó a gritarle y a increparle, levantando el puño hacia él, pero
sin agredirle. Nuevamente, el mismo hombre se abalanzó contra una
tercera persona y volvió a golpearle en la cara. El agredido se dió
cuenta de que ese hombre estaba desequilibrado y que no era consciente
de lo que hacía, así que no le devolvió el golpe, ni tampoco se
enfadó, e incluso le preguntó si precisaba ayuda.
Las tres personas vivieron la misma experiencia, pero los tres
tuvieron una reacción muy distinta. Los seres humanos de este mundo
son así, unos contestan a sus semejantes de acuerdo al “ojo por ojo,
diente por diente”, otros más evolucionados se enfadan, aunque no
lleguen a agredir, y finalmente los espiritualmente más avanzados son
los que ayudan a los demás, manteniendo el control de sus emociones y
ofreciendo su ayuda incluso a los que les ofenden, llevando a la
práctica la sublime enseñanza de los Maestros de Sabiduría, como el
Maestro Jesús, ser cósmico sublime y ejemplo vivo del amor, la
compasión y la misericordia, cuando enseñó a sus discípulos que
ofrecieran la otra mejilla si fueran abofeteados por alguien.
El amor y la inofensividad, así como el deseo de ayudar, son
sentimientos que provienen de nuestro interior, que brotan del corazón
espiritual, y surgen espontáneamente del hombre evolucionado. Así
será, en verdad, el ser humano que pueble la Nueva Tierra, una vez que
hayan pasado las tribulaciones y él renuncie a vivir una vida egoísta,
para dedicar todos sus esfuerzos a ayudar a sus demás hermanos en todo
aquello que buenamente pueda.
En Amor y Paz,
Comandante Sohin de la Nave Alfa
¡Saludos desde la Nave Alfa! Son muchas ya las personas de su planeta
que están despertando a la nueva realidad. De hecho, siempre ha habido
una sola Realidad, lo que pasa es que cada criatura la vive de una
forma determinada. No es lo mismo la ‘realidad’ para una hormiga que
para un elefante, para una ballena, para un pájaro o para un ser
humano. Cada cual vive y siente la vida –su vida– de acuerdo a las
experiencias que tiene, al medio en que se mueve, a las circunstancias
que lo envuelven, etc. De igual manera, no vive la ‘realidad’ igual un
cantante de ópera que está recibiendo una ovación tras un recital
exitoso, que un condenado a la pena capital en el corredor de la
muerte, mientras espera su ejecución.
Entonces, ¿cuántas realidades son posibles, una, dos, miles, millones?
Lo que difiere es la forma en que la aprecia el testigo; como dice el
aforismo, “todo depende del cristal con que se mire”. Pero la
realidad, es aquello que es real, aquello que es verdadero,
independientemente de lo que perciba cada individuo o cada ser
viviente como real. La verdad es que lo único que es real es Dios.
Todo lo que vemos, oímos, olemos, degustamos y tocamos no es sino
nuestra percepción del escenario que Él ha diseñado, todo lo que
comprende Su creación. Nuestros sentidos, ya sean los cinco sentidos
físicos, como otros más sutiles que se emplean en planos o dimensiones
más sutiles, nos transmiten la percepción de lo que estamos
registrando, percepción que podría ser falsa, no ser auténtica, no ser
real. Entonces no estaríamos viendo o percibiendo la Realidad, sino
una realidad subjetiva, producto de nuestra mente.
De la misma forma, si algo que estamos degustando, por ejemplo, una
aceituna, está demasiado amarga, o probamos un vino que está
avinagrado, nuestra reacción será de desagrado, de repulsión. Puede
que un amigo suyo les presente a otro amigo de él; tal vez esa persona
les caiga mal, porque les parece demasiado altiva, o algo antipática,
o puede que muy vulgar. En el primer ejemplo, tuvimos una reacción
desagradable utilizando el sentido del gusto; en el segundo, sentimos
un rechazo desde el punto de vista de nuestra mente. Ambos son
herramientas que tenemos; hacemos uso de ellas porque nos ayudan a
interactuar con el ambiente que nos rodea, o en otras palabras, con el
mundo exterior. Por eso podríamos decir que la mente es como nuestro
sexto sentido, que además nos permite emitir juicios de acuerdo a las
situaciones que vivimos, y nos hará determinar si la experiencia que
estamos viviendo es positiva (y por tanto nos hace felices) o es
negativa (y nos hace sentir muy desdichados).
A lo que voy, mis queridos hermanos, es que nuestra mente es como una
ventana al mundo exterior, que hace que lo que nos rodea nos haga
sentir bien o mal, en otras palabras, felices o desdichados. Por lo
que deducimos que para ser feliz, todo depende de la forma en que
nosotros percibamos la realidad. De manera que nuestra felicidad, la
de todos los seres humanos, como seres pensantes y con libre albedrío,
no depende tanto de las situaciones que vivimos (aunque obviamente
también influyen algo), sino depende en mayor medida, de cómo nuestra
mente siente y analiza las impresiones, las entradas de información
que nos llegan del exterior.
¿Por qué una persona reacciona de una manera ante un hecho que le
acontece, y otra persona reacciona de forma totalmente distinta ante
el mismo hecho? Un hombre que estaba psicológicamente perturbado
estaba paseando por la calle, y se acercó a otro hombre y le propinó
una bofetada. El abofeteado entró en cólera ante lo que sintió una
agresión injustificada y le devolvió el golpe, con más fuerza aún. El
hombre perturbado se acercó entonces a otra persona, y le atizó otra
bofetada. La víctima se sintió ofendida por ese ataque súbito del loco
y comenzó a gritarle y a increparle, levantando el puño hacia él, pero
sin agredirle. Nuevamente, el mismo hombre se abalanzó contra una
tercera persona y volvió a golpearle en la cara. El agredido se dió
cuenta de que ese hombre estaba desequilibrado y que no era consciente
de lo que hacía, así que no le devolvió el golpe, ni tampoco se
enfadó, e incluso le preguntó si precisaba ayuda.
Las tres personas vivieron la misma experiencia, pero los tres
tuvieron una reacción muy distinta. Los seres humanos de este mundo
son así, unos contestan a sus semejantes de acuerdo al “ojo por ojo,
diente por diente”, otros más evolucionados se enfadan, aunque no
lleguen a agredir, y finalmente los espiritualmente más avanzados son
los que ayudan a los demás, manteniendo el control de sus emociones y
ofreciendo su ayuda incluso a los que les ofenden, llevando a la
práctica la sublime enseñanza de los Maestros de Sabiduría, como el
Maestro Jesús, ser cósmico sublime y ejemplo vivo del amor, la
compasión y la misericordia, cuando enseñó a sus discípulos que
ofrecieran la otra mejilla si fueran abofeteados por alguien.
El amor y la inofensividad, así como el deseo de ayudar, son
sentimientos que provienen de nuestro interior, que brotan del corazón
espiritual, y surgen espontáneamente del hombre evolucionado. Así
será, en verdad, el ser humano que pueble la Nueva Tierra, una vez que
hayan pasado las tribulaciones y él renuncie a vivir una vida egoísta,
para dedicar todos sus esfuerzos a ayudar a sus demás hermanos en todo
aquello que buenamente pueda.
En Amor y Paz,
Comandante Sohin de la Nave Alfa
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