martes, 22 de diciembre de 2009
LO QUE IMPORTA
Lo que trasciende no son los espejismos de lo material, sino tu
riqueza espiritual, lo que eres y el amor que ofreces. Lo que vale
es darte y dar, que es lo único que te enriquece, no las posesiones
que acumulas. Importa lo que construyes en el instante fugaz, no los
errores de un pasado que sólo es recuerdo.
Importa la sabiduría que vives y compartes, no los títulos y cargos
que inflan el ego. Importa la verdad, no tu verdad; valen los buenos
frutos, no las vanas promesas. Lo que importa no es cuánto vives,
dónde vives y qué tienes, sino cómo vives y cuánto amas. Lo valioso
está en tu interior y en el de los demás, no en la fachada. Lo que
necesitas no es lo que sólo te da placer; tantas veces lo que más
necesitas es lo que menos te gusta.
No importa si te hirieron o te maltrataron, lo que importa es si eso
te sirvió para crecer y perdonar. Lo que te perfecciona no siempre
está exento de dolor; porque el dolor suele ser un buen maestro, si
sabes amar.
Lo que importa no es que cambies a los demás, sino que cambies tú,
los aceptes y los comprendas. De hecho, una relación auténtica te
libera y te empuja hacia arriba, no te aprisiona ni te anula. Lo que
vale es la realidad, no tus máscaras. Lo que cuenta no es si las
penas te aturden y te trituran, lo valioso es aprovecharlas para
madurar y mejorar. Nada sucede por azar, todo tiene su razón de ser
y nada es inútil, aunque no lo entendamos. Lo terrible no es que
estés solo, lo cruel es que te sientas solo, incluso cuando estás en
compañía. Lo que necesitas son personas que piensen distinto, aunque
te disguste, no marionetas que manejas a tu antojo. Aquellos que te
quieren no son los mismos que te adulan, y los que te forman son los
que pulen tus aristas. Lo que importa está en tu esencia, no en las
apariencias. Lo que permanece nace de tu yo profundo, no del ego y
sus ilusiones.
Lo que importa no es a qué credo perteneces, sino cuánto sirves; no
en cuál país naciste, sino en cuál das lo mejor de ti. Lo importante
es que Dios sea tu amigo constante y tu guía, no cómo lo llamas o le
rezas. Cuentan los puentes que nos unen, no los rótulos que nos
separan; importan los firmes principios y los altos valores, no un
partido ni una ideología. Lo que vale en el más acá, casi siempre, es
lo que menos cuenta en la eternidad. Lo importante no es lo que
deslumbra al mundo, lo único importante es que el amor sea lo más
importante
riqueza espiritual, lo que eres y el amor que ofreces. Lo que vale
es darte y dar, que es lo único que te enriquece, no las posesiones
que acumulas. Importa lo que construyes en el instante fugaz, no los
errores de un pasado que sólo es recuerdo.
Importa la sabiduría que vives y compartes, no los títulos y cargos
que inflan el ego. Importa la verdad, no tu verdad; valen los buenos
frutos, no las vanas promesas. Lo que importa no es cuánto vives,
dónde vives y qué tienes, sino cómo vives y cuánto amas. Lo valioso
está en tu interior y en el de los demás, no en la fachada. Lo que
necesitas no es lo que sólo te da placer; tantas veces lo que más
necesitas es lo que menos te gusta.
No importa si te hirieron o te maltrataron, lo que importa es si eso
te sirvió para crecer y perdonar. Lo que te perfecciona no siempre
está exento de dolor; porque el dolor suele ser un buen maestro, si
sabes amar.
Lo que importa no es que cambies a los demás, sino que cambies tú,
los aceptes y los comprendas. De hecho, una relación auténtica te
libera y te empuja hacia arriba, no te aprisiona ni te anula. Lo que
vale es la realidad, no tus máscaras. Lo que cuenta no es si las
penas te aturden y te trituran, lo valioso es aprovecharlas para
madurar y mejorar. Nada sucede por azar, todo tiene su razón de ser
y nada es inútil, aunque no lo entendamos. Lo terrible no es que
estés solo, lo cruel es que te sientas solo, incluso cuando estás en
compañía. Lo que necesitas son personas que piensen distinto, aunque
te disguste, no marionetas que manejas a tu antojo. Aquellos que te
quieren no son los mismos que te adulan, y los que te forman son los
que pulen tus aristas. Lo que importa está en tu esencia, no en las
apariencias. Lo que permanece nace de tu yo profundo, no del ego y
sus ilusiones.
Lo que importa no es a qué credo perteneces, sino cuánto sirves; no
en cuál país naciste, sino en cuál das lo mejor de ti. Lo importante
es que Dios sea tu amigo constante y tu guía, no cómo lo llamas o le
rezas. Cuentan los puentes que nos unen, no los rótulos que nos
separan; importan los firmes principios y los altos valores, no un
partido ni una ideología. Lo que vale en el más acá, casi siempre, es
lo que menos cuenta en la eternidad. Lo importante no es lo que
deslumbra al mundo, lo único importante es que el amor sea lo más
importante
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